La
situación internacional a finales de los años treinta reunía
circunstancias poco propicias para la paz y eso afectó de forma
decisiva a la duración, curso y desenlace de la guerra civil
española, un conflicto claramente interno en su origen. El apoyo
internacional a los dos bandos fue vital para combatir y continuar la
guerra en los primeros meses.
El
país que más ayudó a los republicanos fue Rusia. Rusia facilitó
el petróleo y las armas necesarias (se le pagó con las reservas de
oro del banco de España). Los consejeros militares soviéticos
jugaron un papel destacado en la organización táctica de la guerra,
así como sus consejeros políticos, que ejercieron su influjo a
través del PCE. México también colaboró con la República, pero
de forma más testimonial. Las
brigadas internacionales prestaron
gran ayuda en forma de unidades de combate. Estaban compuestas por
voluntarios extranjeros de Europa y América, muy ideologizados.
Terminada
la guerra civil España estaba completamente destrozada demográfica,
social y económicamente. Con el fin de la guerra no llegó la paz,
sino la victoria; dedicándose Franco a borrar toda huella de la
sociedad republicana existente.
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